CONJURANDO A MIS DEMONIOS

El arte llegó a mi vida como un suceso impactante y nunca se fue. Aunque siendo sincera no me considero, no me he considerado y posiblemente nunca me considere artista -eso se lo dejo a los doctos en el tema- solo actúo a través de él como una forma de escape, terapia, disfrute o perspectiva porque para mi cuando conoces el arte ya no hallas mejor forma de apreciar la vida.

Mi trabajo en los últimos años ha sido con la gente porque creo firmemente que la labor del arte no debería terminar en la obra física que se expone para un público, debe integrarse con la misma persona en un deseo de rescatarlo para que el espectador deje de ser un ente pasivo y se convierta en artífice, facilitador y activador del mismo arte. Es aquí donde mi labor entra, dando a las personas los medios y las herramientas con las que mejoren su comprensión y apreciación sobre el mismo, por medio de la concientización y desarrollo de sus propias habilidades relacionadas con lo artístico, con el afán de crear la experiencia significativa que les llevará a recordar, reconocer y valorar tanto su propia cultura como el arte que la integra.